En el año 1948, la Convención de la
Asociación norteamericana de Psicología, se propuso clasificar los objetivos educativos. Así, surgió la idea de desarrollar un sistema de clasificación de habilidades que se basara en tres aspectos: el cognitivo, el afectivo, y el psicomotor.
Lo que se buscaba era herramienta que ayude a los docentes a evaluar a sus estudiantes a la vez que se incentivaba la investigación respecto de los diferentes tipos de examen y su relación con la educación.
Benjamín Bloom fue el encargado del apartado cognitivo. No fue hasta el año 1956 que, las contribuciones que hizo, permitieron terminar la teoría. Por esta razón, se le adjudicó su nombre.
Ahora bien, ¿de qué trata la
Taxonomía de Bloom? Establece una serie de conocimientos y habilidades a adquirir por parte de los estudiantes luego de un proceso de aprendizaje. Así, se obtiene información de lo que los estudiantes deben demostrar y aplicar al final de un cierto periodo.
Manipular lo previo para llegar a lo nuevo hizo que la Taxonomía se represente en una pirámide. La pirámide consta de seis niveles organizados desde lo menos hacía lo más complejo. De esta manera, se jerarquizan los procesos cognitivos. Además, cada nivel está asignado con una lista de verbos de manera que puedan ser usados para concretar objetivos de aprendizaje. En otras palabras, hace visual que, para pasar de un escalón a otro, se tiene que haber transitado por el anterior.
Ordenados por complejidad, los seis niveles son:
En mi opinión, considero no descartar la taxonomía de Bloom como herramienta de trabajo. Aplicar la metodología, facilita tareas como el diseño de currículums y la planificación de tareas y evaluaciones. Con respecto a los estudiantes, me asegura el trabajo con varias habilidades. Lo que alcancen hoy, es punto de partida para planificar el aprendizaje de mañana.
A modo de resumen, te sugiero la siguiente infografía, de autoría propia, que sintetiza el tema:
No hay comentarios.:
Publicar un comentario